lunes, 13 de julio de 2009

Un Día en la Playa II

Llegamos a la playa, todavía estaba medio mareado por el viaje en auto. Ni bien dejamos las cosas ya me sentía un poco mejor. Los miré a los otros tres y les dije:

-“¡Carrera hasta el mar, el último en meterse compra los churros!”

Sabía que tenía todas las de perder… seamos realistas, tengo las piernas un 50% más cortas que ellos y estoy un poco excedido de peso... pero aun así salí disparado. Me pareció escuchar al Gasti tirando un “que inadaptado”. A mitad de camino volví la vista y nadie me seguía; Jason se estaba mandando uno de mortadela y el Doc estaba dele “clavo que te clavo la sombrilla”, se sabía el pasito y todo, viejo zorro. No me importó, seguí corriendo, chapotié cinco o seis pasos y me zambullí cual extraterrestre en el Mar Argentino.



Salí caminando tranquilamente y, una vez afuera, sacudí lentamente mi melena hacia un lado y luego hacia el otro; las chicas me miraban como hipnotizadas por las saladas gotas que se desprendían de mi sexy y peludo cuerpo. Si les gusto así, en un rato se mueren, pensé. Volví a la sombrilla y mientras caminaba sentía como me clavaban los ojos, ¡que planeta generoso! En Melmac no me levantaba ni a la mañana, dormía siempre hasta el mediodía.




Jason me mira con odio, empiezo a creer que este muchacho no me adora tanto. Debe ser por el pelo, el temita del contraste lo debe poner mal. Me tiré en una lona esperando lo mejor, que llegó, un rato después, con lo peor. Lo mejor es que el sol me había secado el pelo y tenía rastas por todo el cuerpo (ahora sí que las chicas se morian). Y lo peor es que el vecino de carpa se había ventilado a lo loco, no se podía estar. Gastón le gritaba “Gordo puto” a cada rato, y hacía como que lo disimulaba con una tos. El Doc seguía con los crucigramas y Jason se había dormido a pleno rayo del sol. Se despertó a las puteadas y rosita rosita, le va a arder de una manera que mejor ni me lo cruzo hoy a la noche.

El Doc me ofrece jugar al tejo, creo que no sabe que es el deporte oficial de Melmac. Las chicas, enamoradas de mis rastas se pusieron de mi lado. El Doc calculaba, antes de cada tiro, la distancia, el viento y creo que hasta la incidencia de la rotación de la tierra. Estuvo peleado pero lo gané en la última jugada, un gran partido. Le tendría que haber apostado algo, pero bueno, ya jugaremos otro.

Gastón hacía castillitos de arena, cuando terminamos el partido le estaba gritando a un nenito que, me parece, le había pisoteado parte de la muralla.

Volvimos a la sombrilla y el Gordo (puto) vino a preguntar por el auto.

Jason le empezó a explicar en inglés y el tipo, impacientándose, empezó a bardear.

-Sí, manejó él - le digo- pero no te calentés que ese es su trabajo, es chofer profesional, no sé si de línea de larga distancia o privado, no nos cuenta mucho... pasa que es bastante reserv-

-A different kind of driver, me interrumpió Jason, tirándome rayitos de los ojos.

-Ah! Claro, tenés un montón de clasificaciones en el rubro, no Jason? Tenés choferes, conductores, remiseros, taxistas, motoqueros, rickshaws wallahs, los que tienen las bicis con los carritos atrás… y los que manejan las góndolas y los que pedalean en los lagos de Palermo... Son como lo mismo pero distinto, no? Es como ponerle Linux a una computadora, más o menos. O como darle una tarta de espinaca Popeye pero servida en una lata de conserva, no?

No me contestó ninguno, y creo que a la mitad me dejaron de escuchar, el Gordo le dijo que le iba a romper la cara, Jason le seguía hablando en inglés y todo se iba poniendo más tenso y… y… y nadie me escuchaba.

Cuando me pareció que Jason lo miraba con cara de “te voy a hacer correr hasta que te vuelvas flaco” llegó el Doc y dijo que él ya había movido el auto y que no había problema.

Ahí se calmó todo. Jason se puso con los sudokus y el Doc con los crucigramas.

-Muchachos, son un embole, me voy un rato al mar.

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